Renovación del centro
La Casa del Pueblo de El Salado
Simón Hosie
El proyecto, sustentado en una profunda investigación histórica y etnográfica lograda a partir de la convivencia directa con la comunidad, transforma el corazón urbano de El Salado, ampliando sus horizontes más allá de ´la Cancha´ y de la Iglesia, hasta el nuevo “Campo de la Cultura” alrededor del gran árbol de Cocuelo.
Proceso de acompañamiento en los proyectos.
La construcción del Campo de la Cultura ubicado en la manzana más importante del Pueblo, comenzó con la demolición por parte de la comunidad, de las ruinas de algunas de las casas más legendarias de El Salado, entre las que se encontraba la ´Casa de la Cultura´.
En este terreno, ahora propiedad de la comunidad, se construyeron tres Ranchos (el de los niños, el de las reuniones y el Universal), una Biblioteca, y un módulo de servicios complementarios, baños públicos y paradero. La arquitectura sustentada en los hábitos del lugar, reafirma la funcionalidad, la técnica y la estética de las tradiciones materiales y espaciales de El Salado, integradas a conceptos modernos como la sostenibilidad, la bioclimática y tecnologías de vanguardia como la energía solar.
La Casa de Lucho ubicada en el costado occidental, hace parte del modelo de reconstrucción de vivienda del proyecto Casa del Pueblo, sustentado en las técnicas y materiales locales, como el barro, la madera y la hoja de palma, con aditamentos contemporáneos de carácter técnico y funcional, que promueven la autosuficiencia y el equilibrio.
El 16 de Junio del año 2012 "La Casa del Pueblo de El Salado" le abre sus cortinas al arte en su sentido más amplio y a la cultura desde su fondo más incluyente: a los cuentos, a las leyendas, a la literatura, al cine, a la música, a la danza, a la ciencia, al dominó, al relato, al chisme, al verso, a Coetzee, a Ledys o a Lucho, a la propia cultura, a los tejidos de las mujeres hechos a partir de retazos, al reciclaje, al derecho de acostarse y reflexionar bajo un árbol en la hora más caliente, al tiempo, a las Hamadoras, a la posibilidad de reinventarse todo lo que fue inventado, a imaginarse todas las cosas, a la riqueza de lo simple, al refugio de la sombra en la paz del medio día sobre la arena, a un chorro de agua, al deseo de pensar como un Dios sobre el destino propio, con un cuaderno nuevo de hojas sin cuadricula y a la bendición de la mamá.
A este lugar, construido por las mujeres, los niños y los jóvenes, además de los hombres que levantaron los muros, está invitado todo el mundo. Es un espacio dedicado a la imaginación y a la memoria. Dos ejercicios que se aprenden jugando fútbol sobre una cancha, como la que había en el corazón del Salado, donde hoy hay una losa limpia, lavada por la comunidad, por razones que nadie debe olvidar.