El Sí de los Montes de María

Salvando vidas

Bajo la tutela del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad, Julia Cogollo ha ayudado a varias comunidades y líderes de los Montes de María a sortear el conflicto y recuperar el acceso a los derechos perdidos por la violencia.

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No fue fácil para esta mujer menuda y de sonrisa permanente regresar a su tierra en diciembre de 2007. Después de de ocho años de haber sido amenazada y desplazada de su natal Turbaco, de donde salió en el año 2000, decidió volver porque tenía una deuda con su región y con las víctimas de la violencia.  
“Al principio estaba insegura. Estaba acostumbrada a andar por el agua y acá todo es por tierra”, dice la psicóloga Julia Cogollo, refiriéndose a las travesías que hizo durante cuatro años por los ríos y las costas del Valle y el Cauca, en el Pacífico colombiano, donde trabajó con el Comité Andino de Servicios y con el Proceso de Comunidades Negras, entidades con las  que conoció lo peor del conflicto armado en esa región, y con las que tuvo la oportunidad de atender a víctimas de masacres como la de El Naya.
Cuando retornó se incorporó con el Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad, una oenegé española que había llegado a Colombia en 1991, invitada a colaborar en la desmovilización del M19. Esta entidad fue clave en la atención humanitaria de las víctimas del recrudecimiento de la violencia paramilitar en Bolívar.
“A finales de los noventa, trajeron a un equipo para atender a los desplazados y prestar ayuda humanitaria, en especial a los sobrevivientes de masacres como las de Chengue, Chalán y El Salado”, cuenta Julia.  
Pero a raíz del proceso de desmovilización de los paramilitares, el Movimiento cambió el objetivo de su misión en Colombia y se enfocó en apoyar a las comunidades en el reconocimiento de sus derechos, en la reparación y la autoprotección. Para hacerlo, se aliaron con el Colectivo de Comunicaciones, la Universidad Javeriana y la Corporación de Desarrollo Solidario, entidades con las que empezaron a pensar en una intervención integral en los Montes de María.
En esta alianza, el Colectivo se enfocó en la memoria y la comunicación para el cambio social. La CDS en el tema productivo, la Javeriana empezó a formar líderes, y el Movimiento a prestar atención sicosocial y de acceso a derechos. El principal problema que enfrentaron, recuerda Julia, fue que los líderes estaban apagados. “Ellos venían afectados por el conflicto, con muchos miedos. Sin embargo, logramos despertarlos”, agrega.
Bajo la tutela de estas organizaciones no solo se despertaron asociaciones sociales y campesinas que habían estado inactivas por la violencia, sino que también lograron fortalecer organizaciones de víctimas, mesas de interlocución, de mujeres y de población desplazadas, que fueron las que iniciaron los procesos para la restitución de tierras y la reparación individual y colectiva.
Sin embargo, al empezar a darse estas reclamaciones, buena parte de los líderes fueron amenazados, lo que obligó a que se estableciera una línea de trabajo que promoviera la autoprotección, un tema del que Julia fue una de sus promotoras.
La estrategia consistió en capacitar a las comunidades y personas a identificar los riesgos, y que a partir de allí tendieran puentes con las entidades estatales y organismos que hacen presencia en la región para comprometerlas a garantizar su vida y su seguridad. Julia llevaba a los campesinos o víctimas amenazadas a hablar con funcionarios en Bogotá, para que conocieran por lo que estaban atravesando. “Esto le sirvió a los líderes a conectarse con las entidades y funcionarios a nivel nacional”, dice.
Después del contacto con entidades como la Defensoría del Pueblo, que se convirtió en una de las mayores aliadas en este tema de autoprotección, se logró que se publicara un primer informe de riesgo de la región en 2012, en el que se incluyó a las víctimas de bandas criminales.
Fue un logro —cuenta Julia— ya que no se había publicado un informe de esta naturaleza sobre los Montes de María durante siete años. “Tocar el tema de autoprotección era para los líderes muy miedoso —explica— porque era meterse en la fibra del actor armado y de la gente. Me costó trabajo hacerles entender que ese era el camino”.
Después de regresar, Julia Cogollo ha sido una pieza clave en el resurgimiento de la sociedad civil montemariana. De ella el mayor aprendizaje que le ha quedado es que se pueden construir soluciones a partir de las necesidades de la población. “No se puede llegar a ninguna comunidad o población pensando que el conocimiento que uno tiene es el único, hay muchas maneras de aprender, dar y recibir. No es un trabajo rimbombante, pero cala en lo subterráneo, ha transformado y salvado vidas. Lo que he hecho es por la necesidad de la gente y porque no he estado por encima de la gente, sino detrás para poderlas impulsar.”
Además, precisa que en el actual contexto de los Montes de María, donde el conflicto fue grave y se mantiene latente, no se puede dejar de lado el componente sicosocial y de autoprotección: “Las instituciones no se hacen solas, sino con las personas que trabajan con ellas”.  

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